Casa de Formación San Junípero Serra

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 Un día en la vida de un seminarista de la Casa Serra

SACERDOTES DEL FUTURO En nuestra Diócesis, la formación en la Casa de Formación San Junípero Serra es el primer paso en el camino hacia el sacerdocio, donde los seminaristas pasan de cuatro a cinco años estudiando filosofía antes de estudiar teología en otro seminario. De izquierda a derecha, fila de atrás: Anthony Gutiérrez, Rubén Chavarría, José Cortez Jr., Jess Sánchez, Christopher Rodríguez y Juan Samaniego. De izquierda a derecha, fila de enfrente: Rector de la Casa Serra y Director de Seminaristas el Padre Jorge García, Manuel Magdaleno, Oliver García-Tirado y Minh Hoang.

Todos tienen su propia rutina diaria. Para un niño, puede consistir en arreglarse para la escuela, ir a la escuela, quizás algunas actividades extra-escolares en la tarde y ya en la noche prepararse para dormir. Para un adulto, puede consistir en arreglarse para el trabajo (y preparar a los niños para la escuela), ir al trabajo, recoger a los niños de la escuela y hacer mandados y quehaceres que necesitan hacerse para que todo en casa corra bien.

Para los nueve hombres en la Casa de Formación San Junípero Serra en Grand Terrace, su rutina diaria es muy diferente a la nuestra mientras se preparan para convertirse en los sacerdotes que servirán a nuestra Diócesis en el futuro.

Recibir formación en la Casa Serra es solo la primera etapa para un seminarista diocesano; un joven interesado en el sacerdocio en nuestra Diócesis es asignado a la Casa Serra para los primeros cuatro o cinco años de su formación para estudiar filosofía antes de ser trasladado a otro seminario para estudiar teología (ya sea el Seminario de la Asunción en San Antonio, Texas, el Seminario San Juan en Camarillo, California o el Seminario Mundelein en Chicago, Illinois). Ya que haya completado esta etapa, es ordenado un diácono transicional y finalmente un sacerdote.

En la Casa Serra, la rutina puede variar un poco día a día, pero generalmente se tiene la oración de la mañana y la tarde, Misa, clases académicas y de formación, comidas comunitarias y tiempo para recreación. También rezan una Hora Santa dos veces por semana,tienen clases de canto una vez por semana y Toastmasters (formación para hablar públicamente) dos veces por mes. La mayoría de los fines de semana regresan a casa para pasar tiempo con sus familias.

Un seminarista de primer año Minh Hoang dice que, la rutina provee una estructura muy necesitada. “[Los humanos] somos criaturas habituales. Creo que cuando hacemos las cosas en el momento correcto, al mismo tiempo, esto nos ayuda mucho a crear un hábito,” dijo Hoang.

También dijo que apreciaba el tiempo para orar que formaba parte de la estructura del día. “Orar con constancia, no es una tarea. Cuando somos capaces de superar ese obstáculo de ver a la oración como una tarea, y la vemos más bien como una oportunidad para poder tener una relación más cercana con Dios, entonces creo que nuestra vida de oración mejora,” dijo él.

Durante los cuatro o cinco años que pasan en la Casa Serra, los seminaristas reciben un bachillerato en filosofía del Colegio y Seminario Holy Apostles (Santos Apóstoles), que está basado en Connecticut, pero también ofrece un programa en línea.

Además de sus clases académicas en Holy Apostles, que incluyen clases de filosofía, pre-teología y educación general, los seminaristas toman varias clases de espiritualidad y formación impartidas por sacerdotes y personas laicas en la Casa Serra.

El enfoque de una de estas clases es la formación humana, un componente importante de la formación sacerdotal. A través de la formación humana, que toma mucho de la psicología, los seminaristas pueden lograr crecimiento personal y autoconocimiento y desarrollar cualidades humanas que necesitan para ser sacerdotes efectivos.

“El propósito de la formación humana es convertirse en una persona integrada, que no solo vives de lo que sabes del mundo exterior pero también estás muy conectado con las cosas, las heridas, que tratan de controlarte desde el inconsciente, para que vivas tu vida respondiendo a la vida en vez de sólo reaccionando a la vida por miedos, dudas e inseguridades,” explicó Emma Méjico, una de las maestras de formación humana.

Los seminaristas toman clases con ella cada año, pero cada año se basa en lo que se aprendió el año anterior. Méjico dice que el crecimiento de los seminaristas mientras progresan es muy aparente. “Vienen a reconocer cuando están reaccionando a experiencias desde una postura defensiva por una experiencia en su pasado, y cuando ya son libres para responder desde esa relación profunda con Dios, desde sus seres auténticos. Ese es el propósito de la formación humana, alejarse de un entendimiento falso de uno mismo y acercarse a un autoconocimiento más profundo, integrado y auténtico, ese ser para el que Dios te creó,” dijo Méjico.

Cuando no están pasando tiempo en oración o en clases, los seminaristas tienen tiempo libre para pasar solos o con los otros seminaristas. A cada uno le gusta pasar su tiempo un poco diferente, cada uno tiene sus intereses y pasatiempos.  “A mí me gusta permanecer activo. Me gusta el deporte, y también tenemos un pequeño gimnasio en nuestro salón de recreación, así es que a veces hago ejercicio,” dijo el seminarista de segundo-año Anthony Gutiérrez. Rubén Chavarría, seminarista de primer año, está aprendiendo a tocar el piano, y algunos de los seminaristas dicen que su progreso es impresionante. A otros seminaristas les gusta el excursionismo, andar en bicicleta, leer y más.

Juan Samaniego, seminarista de primer año, compartió que además de asistir a la Misa, su parte favorita del día es su tiempo recreacional en las tardes, donde puede relajarse espués de un día ocupado. “Al final del día después de la cena, típicamente he terminado toda mi tarea, entonces puedo descansar, dibujar un poco, leer un libro…solo saber que fue un día productivo y puedes descansar,” dijo él.

Varios de los seminaristas expresaron cuánto gozan la oportunidad de simplemente vivir en comunidad el uno con el otro durante el día. “Cenar con los hermanos, tener esa comunidad el uno con el otro, tener ese tiempo de sentarnos y tener discusiones, conversaciones, preguntarles a los hermanos como les va su día, como les van sus clases… es muy significativo para mí,” dijo Gutiérrez, seminarista de segundo año.

El seminarista de primer año Jess Sánchez añadió que agradece la oportunidad de aprender de sus compañeros seminaristas, que quizás tengan personalidades y mentalidades diferentes el uno del otro. “Me gusta que aprendamos el uno del otro. Todos tenemos diferentes maneras de ser a las que nos tenemos que acostumbrar y aceptar el uno al otro, así es que se trata de aceptar las diferencias entre cada uno y después simplemente amarnos por quienes somos, en vez de juzgarlos por como se ven o lo que dicen,” dijo Sanchez.

A pesar de sus diferencias, todos los seminaristas están ahí con un propósito en común: recibir la formación para convertirse en sacerdotes a la imagen misma de Jesús. El seminarista de cuarto año Oliver García-Tirado dice que está sumergiéndose en este tiempo de formación, que permite extensa oración y auto-reflexión. “La mejor parte de estar aquí es dejar que nosotros y nuestros corazones, sean moldeados a ser como el corazón de Jesús. Al hacer esto, vemos todas nuestras limitaciones, pero el Señor también nos enseña nuestras fortalezas, las fortalezas que tenemos en Él. Esto es lo que amo del seminario, nos da la oportunidad de sumergirnos, de ver quienes somos y por qué estamos aquí, nuestro propósito en la vida,” dijo él.

Para el Rector de la Casa Serra y Director de los Seminaristas, el Padre Jorge García, su ministerio con los seminaristas es una bendición. “Es un privilegio caminar con estos jóvenes que se están preparando para convertirse en sacerdotes, formarlos y simplemente caminar con ellos en su camino de vida. Vienen de diferentes entornos , diferentes estilos de vida, diferentes edades, diferentes culturas…es realmente maravilloso ver cómo son capaces de desarrollarse, como son capaces de crecer en su vida de formación. De ver los frutos también, puedes ver su crecimiento mientras viajan por el camino,” dijo el Padre García.

El Padre García enfatizó que apoyar a los seminaristas es apoyar a la Diócesis y la Iglesia entera, ya que los jóvenes que actualmente están en el seminario serán los sacerdotes del futuro, Dios mediante. El anima a todos los fieles a apoyar a nuestros seminaristas en cualquier manera que puedan. “En nuestros tiempos hoy, necesitamos sacerdotes, buenos sacerdotes, y para poder hacer esto, necesitamos el apoyo financiero de las personas y sus oraciones,” dijo el Padre García.

“Las personas que apoyan a nuestros seminaristas están contribuyendo a la construcción del Reino de Dios aquí en la tierra…así como todo seminarista necesita a su familia, amigos, maestros aquí en el seminario, también necesita a personas de las parroquias que puedan caminar con ellos, en amistad, en oración, y que puedan ayudarles de cualquier manera financieramente,” dijo él.
Méjico, maestra de formación humana, dijo que apoyar a los seminaristas incluye simplemente formar una relación con ellos y tratarlos como a cualquier otra persona.

“Comparte tu vida con ellos, comparte tus historias con ellos. Están aprendiendo a escuchar las historias de las personas……sí, la oración y el apoyo financiero son importantes, pero también, recuerda no aislarlos al ponerlos en un pedestal. Ellos necesitan una comunidad, necesitan ser invitados a conocer las vidas de las personas y trabajar con las comunidades parroquiales,” dijo ella.

Samaniego, seminarista de primer año, dijo que no esperaba tanto apoyo de católicos locales, cuando entró en el seminario. En el evento Tiempo del Té con el Obispo que tuvo lugar en el Centro Pastoral Diocesano el 15 de abril, que recaudó fondos para los seminaristas, el dijo que tantas personas se acercaron a ellos para agradecerles por decir sí al llamado y para decirles que estaban orando por ellos.

“Quiero agradecerles a las personas por su apoyo financiero y emocional. Veo que muchas personas realmente quieren que perseveremos en esto y nos convirtamos en sacerdotes,” dijo Samaniego. “Ver a las personas que realmente se dan para nosotros, me hace esforzarme más. Como que esta es la razón por la cual estoy haciendo esto. Me motiva a realmente hacer todo lo posible y esforzarme por ser un muy buen sacerdote algún día.”

Si gustan apoyar a nuestros seminaristas con una donación en cualquier cantidad, por favor visite bit.ly/3HaErIA. O también pueden hacer una donación al Fondo de Desarrollo Diocesano (DDF por sus siglas en inglés) que proporciona fondos para varios ministerios diocesanos importantes, incluyendo los seminaristas, en el enlace osvhub.com/ddf/giving/funds.
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